POR ANGELINA ALBARRÁN
La tradicional festividad en honor de la Virgen del Rosario en Tehuixtla, Jojutla, cumplió este año su aniversario 212. Es una de las fiestas de octubre más concurridas de la entidad, en la que destaca la peregrinación de la entrada de flores y el día de la mojiganga, que ha tenido serias transformaciones, pero que se busca rescatar, dio a conocer el cronista Emmanuel Espín Pineda.
Contra lo que marca el calendario de celebraciones religiosas, en la comunidad de Tehuixtla la fiesta inicia el primer sábado de octubre con la entrada de flores que es la suma de una serie de feligreses que arriban desde diferentes colonias y pueblos circunvecinos con sus respectivas imágenes de la Virgen del Rosario, encabezados por habitantes de la colonia Piedras Blancas que donan el arco de la entrada de la iglesia, hecho con grana chinchilla, un insecto parásito del nopal usado para crear el colorante rojo, que a traen a la sierra de Guerrero.
La fiesta religiosa
La celebración es acompañada de músicos de banda de viento que amenizan la peregrinación que parte de la colonia Guadalupe, pasa por Piedras Blancas y transita por las principales calles a lo largo de más de cinco kilómetros hasta llegar a la iglesia de San Pedro Apóstol, con lo que cierra también el novenario a la milagrosa virgen, a la que atribuyen el fin de una epidemia que amenazó con acabar con la población hace 212 años.
El Día de la Mojiganga
De acuerdo con el cronista de Tehuixtla, Emmanuel Espín, el Día de la Mojiganga, que se celebra el viernes, cinco días después de la entrada de flores, la maestra Miriam Catalina Puente Quevedo le dio a conocer que la fiesta surgió de manera curiosa, cuando algunos indígenas tras encontrar unos baúles con ropa de mujer en la ribera del río durante la época de la Conquista, se pusieron las vestimentas y pelucas y demás accesorios femeninos y así comenzaron a emular a las damas españolas, como mofa.
"Esto fue muy divertido para los lugareños; se hizo costumbre y hoy en día todos los años se lleva a cabo la tradicional fiesta de la mojiganga, donde primero realiza un concurso para elegir a la reina. En este concurso se inscriben sólo varones que se visten de mujer, y aquel que imite mejor a alguna dama famosa es el ganador".
El ganador encabeza el recorrido por el pueblo bailando al son de la música de banda de viento e invitando al pueblo a asistir al jaripeo de ese día, en el que él monta el primer toro y se lo brinda al público.
Los muñecos de la mojiganga
Paralelamente nació la tradición de las mojigangas que "son muñecos de dos o tres metros de alto que representan figuras humanas u animales que se hacen de cartón, tela, cuero, papel maché u otros materiales; deben ser huecos para que pueda portarlos una persona que los baila o pasea por las calles del pueblo".
De su origen en Tehuixtla, Espín Pineda comentó que en la época de la Colonia, las autoridades españolas prohibieron la representación de la danza de la mojiganga, por lo que los indígenas del pueblo crearon muñecos de paja y cartón para seguir con la tradición.
En los siglos XIX y XX, cesó la prohibición de la danza, pero las mojigangas ya se habían vuelto parte de la tradición, por lo que los lugareños continuaron con su manufactura.
Los artesanos herederos de los muñecos fueron doña Tiburcia Herrera y su esposo Don Miguel, quienes murieron de ancianos en 1970 aproximadamente; pese a su edad, nunca dejaron de hacer las mojigangas para la fiesta.
Para el aniversario de los 212 años de la feria, el grupo cultural Conaculte con el apoyo de El Sol de Cuernavaca en Jojutla, que donó periódico, realizó tres mojigangas para celebrar además el día de la palomilla y los 17 años del escuadrón de Tehuixtla.
El festejo estuvo engalanado con la presencia del presidente municipal de Jojutla, Alfonso de Jesús Sotelo; la presidenta del DIF municipal, Rubí Alemán Pineda, y el regidor Marco Antonio Ortega, y más de dos mil personas que se sumaron a esta celebración tan singular que concluye con un jaripeo baile.