martes, 5 de mayo de 2015

Félix Serdán Nájera, el guerrillero que dejó las armas y enarboló la cultura

Por: Emmanuel Espintla

Nació el 19 de enero de 1917 en medio de una trinchera mientras sus padres libraban una batalla contras las tropas carrancistas allá en la comunidad de Galeana, del municipio de Zacatepec Morelos, en la zona sur, principal zona de influencia del Ejército Libertador del Sur.

Fue hasta el último día de su vida gente humilde y sencilla, su padre según contó fue soldado Zapatista se llamaba Sotero Serdán Quevedo y también fue campesino.

Don Félix tenía 17 años cuando conoció a Rubén Jaramillo, personaje que cambiaría su vida y la encausaría en una lucha diaria, de él heredó su espíritu revolucionario y su sed de justicia. 

Muerto Emiliano Zapata, el gran caudillo de Morelos, fue Rubén Jaramillo quien tomó la batuta y continuó con la lucha en pro del campesino morelense. 

Tanto Rubén como Don Félix Serdán fueron maestros rurales y cuando el primero decidió tomar las armas Don Félix no dudo enfilarse en su tropa y arriesgar en varias ocasiones hasta su vida.

Hicieron suyo el Plan de Ayala en 1942 para continuar con el espíritu de Zapata, y crearon el Plan de Cerro Prieto. Casi al mismo tiempo se formó el Comité de Defensa Cañera y quedó integrado por Valente Trejo de Moyotepec; Víctor Reynoso y José Solís del Higuerón; Isabel Zenteno de Villa de Ayala; Eladio Alonso de Tehuixtla, y don Félix Serdán de Galeana. En ese momento empezó su lucha. A Don Félix le costó todo: clases, familia, su mujer y sus hijos.


Aunque en el Estado de Morelos los periodos de la revolución y la lucha de Jaramillo son llagas abiertas, pues nadie puede olvidar los horrores de la guerra y la sangre derramada, Don Félix continuó trabajando la tierra para superar la muerte de sus compañeros y así seguir luchando. 

El 23 de mayo de 1962 mataron a traición en Xochicalco Morelos a Rubén Jaramillo junto con su esposa y tres de sus hijos. 

Don Félix y otros seguidores de Jaramillo decidieron exiliarse hasta que según nos cuenta en su autobiografía comprendieron que la persecución fue únicamente en contra de Rubén Jaramillo, un hombre honesto y valiente según nos narra, digno de imitar. 

En el exilio en Puebla conoció a una mujer luchadora y valiente, la que fuera su compañera hasta el último día de su vida, a Doña Emilia Aurora Sosa Marín.

Cuando regresaron a Morelos se asentaron un tiempo en su natal Galeana, pero por algunos conflictos y rencillas matizadas de envidia, se desplazaron a Tehuixtla donde Don Félix tenía buenos amigos y donde vivió hasta el día de su muerte el 27 de Febrero de 2015. 


En 1994 el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional lo hizo "mayor honorario". Serdán describió al zapatismo chiapaneco como la continuación de las batallas del general Emiliano Zapata y de Rubén Jaramillo.

En Tehuixtla Morelos pueblo de por sí revolucionario, Don Félix estableció su cuartel general pero ahora su militancia era la cultura en pro de los niños y jóvenes, aquí formó en la colonia la Axochilera el Instituto Cultural Autónomo Rubén Jaramillo en honor del que fuera su mentor y amigo, a dicha institución dedicó sus últimas batallas. 

Fue ahí donde lo conocí en una reunión a la cual me invitó mi amiga Marilú Landa, en mi papel de cronista de Tehuixtla en el año 2005. 

Don Félix fue considerado como el brazo derecho de Rubén Jaramillo y defendió tanto a ejidatarios y obreros, junto a Rubén Jaramillo fue ejemplo de resistencia de las clases más desfavorecidas que se unieron para exigir respeto a sus derechos fundamentales.

En Tehuixtla Don Félix dictaba pláticas a los jóvenes del Colegio de Bachilleres con la ayuda de la docente Catalina Puente Quevedo para hablar de su lucha y tratar de infundir valores entre la juventud. 

Uno de los recuerdos más surrealistas que tengo de Don Félix es el siguiente: Un día acompañe al Instituto cultural a Carlos Campos Velasco para hacerle unas fotografías ya que impartía un taller de dibujo para niños, los cuales muy contentos hacían sus garabatos mientras él les enseñaba como mover el pincel. Desde una esquina del salón, sentado en una silla Don Félix muy atento miraba todo lo que pasa, parecía que él mismo también estaba aprendiendo a dibujar. Terminaron los niños sus horas de taller y se retiraron a sus casas, hasta ahí todo normal. Nosotros también nos despedimos pero entonces Don Félix dijo que nos acompañaba al centro del pueblo porque tenía que hacer unos asuntos, a lo que dijimos que sí, siempre era muy enriquecedor escuchar a Don Félix, atravesamos el bello canal que corre al pie del Instituto y nos marchamos por el camino polvoriento al paso del Mayor.

A unos cincuentas pasos de su casa y en medio del campo de pronto nos dijo espérenme (y es aquí donde comienza el breve pero surrealista recuerdo) ¡Me entraron unas ganas tremendas de echarme una firma! Entonces Don Félix se da la vuelta y se dirige a unos matorrales donde desde la distancia se veía un papel mugroso de tanto rodar, dándonos la espalda comenzó orinar sobre él, esa escena fue como de película porque de pronto atardeció, el cielo se puso anaranjado, a la distancia se veían los montes azules y el campo lleno de verdes tiernos. Ahí estábamos también de espaldas, guardando la prudente distancia, esperando a que el guerrillero dejar caer su orina en medio de la maleza del campo como en su años de lucha en plena naturaleza. Cuando dijo ¡ya está! nos acercamos a él para continuar nuestro camino, no sin antes un último comentario de Don Félix: ¡Bonito lugar para echar una firma! y luego descubro con una mirada de reojo que el papel aquel era un poster de la cara sonriente del entonces candidato a presidente de la república Felipe Calderón. Aunque nunca sabré con certeza a que se refería exactamente Don Félix con ese último comentario.

Emmanuel Espíntla con Don Félix Serdán Nájera en el Instituto Cultural Autónomo Rubén Jaramillo en Tehuixtla

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